Algunos Hijras –Hombres castrados- también se prostituyen. Los aglutinan en asquerosas vecindades y los obligan a tener relaciones sexuales con por lo menos cuatro hombres cada noche. Debido a lo anterior, han propagado el virus del sida con mucha rapidez, provocando la muerte de millones de personas.
Durante el siglo XVI los hijras ocupaban empleos de toda condición: desde niñeras hasta puestos de alto rango, como el de consejero de estado del emperador mongol. En esa época los hijras llegaban a poseer tierras, palacios, templos y sirvientes a su disposición e inspiraban fe y respeto.
Tras la ocupación británica de la India se promulgaron leyes homófobas que castigaban la homosexualidad han marginado a esta población, que se ve obligada a vivir de la mendicidad y la prostitución.
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